Siendo niña, leí un libro. Luego otro y otro y muchos más. Hoy espero que, al menos para ti, este libro sea ese que lees siendo niño o el último de los muchos que se agolpan en tu retina.
Yo estoy detrás de este complot, detrás de cada letra y cada espacio. Estoy y no. Dejo libre esa parte de mí misma que ofrezco al azar. Sacarlo ha sido un placer, costoso como es el placer que se precia.
Sueño contigo, incluso si me abandonas a medias o si me usas para calzar un mueble, adornar un salón o alimentar un fuego. Cualquiera que pueda ser la utilidad o el disfrute que le encomiendes será un segundo más de vida para mí, de vida más allá de la propia, de la vida de verdad. Sueño con que existe una remota posibilidad de que lo recomiendes a alguien de tu confianza, de que lo recuerdes cuando te haga falta o te inspire, incluso de que lo rescribas o traduzcas a otros lenguajes.
No sabría explicarte de qué va. Con suerte eso ya lo descubrirás tú. Escenarios, personajes y situaciones poblarán tu imaginación como más te plazca. Yo te doy los ingrediente y tú cocinas. Nos vinculamos con un contrato infinito e ilimitado, tan libre que sólo tú tienes potestad de romper. Y, aún en ese caso, yo seguiré dándote las gracias.